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viernes, 23 de noviembre de 2012

SIETE IDEAS SOBRE POLÍTICAS PÚBLICAS (1/2)



El sábado 17 de noviembre de 2012, tuve la oportunidad de dictar la conferencia titulada “7 Ideas sobre Políticas Públicas” a alumnos de la Escuela de Cuadros del ICADEP filial Yucatán, en las próximas dos entradas sintetizó los consejos que externé:

I.- CUANDO ESTÉS EN EL PODER, RECUERDA QUE LA SOCIEDAD ES UNA PIRÁMIDE INVERTIDA

En infinidad de ocasiones los “tomadores” de decisiones y los diseñadores de políticas públicas parecen distanciarse de la ciudadanía. Es muy común olvidar las implicaciones de la idea del contrato social: el pueblo- en abstracto- es quien elige a sus gobernantes mientras que el ciudadano- en concreto- es el usuario de las políticas públicas.
La sociedad es una pirámide de jerarquía invertida, donde en realidad los mandatarios son los ciudadanos y los gobernantes los primeros servidores. A mayor distancia entre la autoridad y el ciudadano es mayor la posibilidad de fracaso en una política pública.
Así, recordar que la sociedad es una pirámide invertida significa recuperar la idea del contrato social como la base de las acciones gubernamentales y asumirla como un código ético.

II.- CUANDO DEFINAS EL PROBLEMA, PONTE SIEMPRE EN LOS ZAPATOS DEL CIUDADANO

La falta de comunicación crea confusión, la falta de capacidad de respuesta crea indignación y la falta de comprensión de la ciudadanía da lugar a programas condenados al fracaso…
¿Cuántas veces no hemos escuchado frases como las siguientes?:
 “Los impuestos son muy elevados y no recibimos nada a cambio”, “las infraestructuras públicas (puentes, carreteras, calles) están deteriorados a pesar de los altos impuestos”.
“Algunos organismos públicos pagan precios escandalosos por bienes comunes, los contratos públicos están plagados de corrupción”, “los organismos públicos son lentos e inflexibles debido al exceso de reglamentos y burocracia”, “los funcionarios públicos están excesivamente protegidos”.
Las políticas públicas han dejado mucho que desear para el ciudadano común. Los diseñadores de políticas públicas ya NO piensan en el ciudadano, mucho menos piensan CÓMO el ciudadano. Así, el gran reto es, desde la definición del problema, ponernos siempre en los zapatos del ciudadano, claro, SIN perder de vista los objetivos racionales de la acción pública.

III.- CUANDO DISEÑES, EVITA LAS FALACIAS DE RAZONAMIENTO

Pensar cómo piensa el ciudadano es el primer elemento del diseño de cualquier política pública. Sin embargo, tanto el ciudadano como el diseñador pueden caer en falacias de razonamiento.
Existen sobre todo dos falacias que se esparcen como virus en el mundo de las políticas públicas: “la falacia de composición abierta” y “la falacia de las piezas de ajedrez”.
Sowell (2008) explica la primera en los siguientes términos:
“¿Quién podría estar en contra de la salud o la educación?  Nadie en su sano juicio. Pero estamos pasando por alto un elemento fundamental. Estamos ante un problema de composición abierta, es decir, sin importar cuánto se haga en salud y educación, siempre se podrá hacer más. No obstante lo anterior, hay una limitante: los recursos son finitos y tienen usos alternativos que también son valiosos”.
La falacia de composición abierta nos recuerda que, ante recursos finitos y usos alternativos, cualquier diseñador de políticas públicas tiene que pensar dos veces si la decisión que va a tomar es la correcta o no.
“La falacia de las piezas de ajedrez”, es explicada por Sowell de la siguiente manera:
“Adam Smith criticó a gente que piensa  que “podría organizar a los diferentes miembros de una gran sociedad con tanta facilidad como la mano organiza las distintas piezas sobre un tablero de ajedrez”. A diferencia de torres y caballeros, las personas tienen voluntades y deseos que a menudo entran en conflicto con lo que plantean los ingenieros sociales”.
La falacia de las piezas de ajedrez nos recuerda que el sólo intento de utilizar al ciudadano como parte de un gran diseño puede resultar contraproducente.

Hasta ahora hemos entendido que en el diseño de políticas públicas vale la pena recordar que la sociedad es una pirámide invertida donde el centro de toda acción gubernamental debe ser el ciudadano. Al tener al ciudadano como objeto se vuelve indispensable conocer sus intereses –e incluso- pensar como él considerando la advertencia de no caer en falacias de razonamiento que podrían comprometer el éxito de la propia política pública.


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martes, 20 de noviembre de 2012

SIETE IDEAS SOBRE POLÍTICAS PÚBLICAS (2/2)



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IV.- CUANDO DECIDAS, ELIGE ALTERNATIVAS CREATIVAS Y NOVEDOSAS POR SOBRE LAS COTIDIANAS Y ABURRIDAS

Las políticas públicas que queremos son las que se consideran abiertas:
Cruz y Ramírez (2012) señalan que una política pública abierta puede definirse como aquella que nace, incluye y reproduce mecanismos de transparencia, participación y colaboración como parte sustantiva de su diseño, es decir, como referentes principales que orientan y definen los fines de la misma…
Vivimos un momento caracterizado por tres situaciones que impactan decisivamente en la forma de diseñar políticas públicas: los avances tecnológicos y conectividad, las presiones y organización ciudadana y la consolidación de gobiernos relacionales y de gobernanza.
Ante estos retos, el diseñador de políticas públicas tiene que decidirse por las alternativas más creativas y novedosas porque es en ellas donde las acciones gubernamentales adquirirán mayor sentido para el ciudadano.

V.- CUANDO IMPLEMENTES, DIFUNDE CLARAMENTE EL MENSAJE

Álvarez (1996) establece que las políticas públicas son una conversación para la acción. 
Las políticas públicas, para ser exitosas, llevan implícitamente la necesidad del compromiso o el consenso  que solo puede ser logrado con el diálogo abierto hacia los actores (COMUNICACIÓN) que participan en las fases de planeación y ejecución.
Así, en la etapa de implementación se debe considerar claramente los mecanismos y el mensaje que se comunicará a los ciudadanos. (Ver: ¿Porqué son necesarias estrategias comunicacionales desde el diseño hasta la ejecución de las políticas públicas? http://goo.gl/5eCqp )

VI.- CUANDO EVALÚES, HAZLO DE FORMA ORDENADA Y TRANSPARENTE

Los objetivos de la política son en la mayoría de los casos declaraciones de intenciones. Quienes toman las decisiones no siempre buscan la racionalidad técnico económica sino soluciones socialmente aceptables o políticamente convenientes.
Para dotarlas de racionalidad, las políticas públicas deben ser evaluadas de forma transparente. Debemos tomar conciencia de un nuevo concepto de la ciudadanía como “cliente” de servicios públicos, porque los ciudadanos son cada vez más conscientes de su derecho a conocer los beneficios que recibe del sector público ante el incremento de la presión fiscal.
Además de estas razones, es necesario evaluar para modernizar la administración pública, controlar el déficit público y justificar la eficiencia de las medidas aplicadas…

Ahora...imaginemos cualquier política pública como un concierto sinfónico. El director -que ha seguido los consejos previos al pie de la letra- se encuentra realizando una perfecta ejecución. Los invitados al concierto se ponen de pie para ovacionarlo en incontables ocasiones, los ciudadanos se sienten felices por las acciones de su gobierno…
Pero el director da un mal paso y cae en el foso. Los ciudadanos rápidamente olvidan la ejecución perfecta para concentrarse en la caída del director…hablaran sólo de eso, la política pública habrá fracasado.
El último consejo es para los líderes visibles de cualquier política pública…

VII.- EVITA A TODA COSTA “EL SÍNDROME DEL FOSO DE LA ORQUESTA”

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martes, 6 de noviembre de 2012

¿CÓMO FUNCIONAN LAS ELECCIONES EN USA?

Meta: 270 votos

Hoy, los estadounidenses acuden a las urnas y votan por el candidato de su elección. Sin embargo, los que formalmente eligen al presidente son los miembros del Colegio Electoral o electores.

Existe un total de 538 electores en Estados Unidos. Cada Estado tiene derecho a un número determinado de electores según la cantidad de diputados que ese estado tenga en el Congreso.

Es necesario aclarar que diputados y senadores NO son miembros del Colegio Electoral, son sólo la referencia para su integración: los Estados más poblados tienen más diputados y, por lo tanto, más electores. Al mismo tiempo, todos los Estados tienen dos senadores, lo que asegura al menos dos electores para cada Estado.

Un ejemplo: California tiene 55 votos electorales: 53 electores por la cantidad de diputados que ese Estado tiene y dos electores por los senadores.  Es decir, si Obama gana en California se lleva los 55 votos electorales de ese Estado.

Así, los candidatos pelean por la mayoría de votos electorales, no por el voto popular. Es decir,  el candidato que gane la mayoría en un Estado se lleva todos los votos electorales que ese Estado tenga.

Maine y Nebraska son los únicos Estados que reparten los electores en proporción a la cantidad de votos correspondientes a  los distritos congresionales que cada candidato ganó, más otros dos por el Estado en su totalidad.

Los electores- miembros del Colegio Electoral- tienen la “obligación moral” de votar por el candidato que ganó en su Estado, pero podrían cambiar su voto si así lo quisieran.

En síntesis: el candidato ganador es el que se lleva la mayoría de los votos electorales: 270.

¿Porqué?

Los analistas coinciden en que el sistema fue concebido por los padres fundadores para vincular los pequeños Estados a la política federal y neutralizar las tentaciones secesionistas posteriores a la independencia.

Aunque el sistema electoral hace posible que un candidato vencedor en votos populares resulte con menos votos electorales porque no existe ninguna norma de proporcionalidad entre ambos, no existen voces mayoritarias en Estados Unidos que pugnen por su reforma.

Así, obtener una mayoría en votos populares no otorga mayor número de votos electorales, los candidatos sólo pueden contar con el número de votos previamente asignado por la fórmula antes descrita.

En cuatro ocasiones el candidato con más votos populares no ha resultado elegido:

·         En 1824, Quincy Adams fue electo presidente, aunque el general Andrew Jackson obtuvo más votos populares.

·         En 1876, Rutheford B. Hayes fue elegido presidente, aunque J. Tilden obtuvo más votos populares.

·         En 1888, Benjamin Harrison fue elegido presidente, aunque Grover Cleveland, presidente saliente, obtuvo más votos populares y

·         En el 2000, George W. Bush fue elegido presidente, aunque Al Gore, vicepresidente saliente, obtuvo más votos populares.

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