Esta ficticia película podría iniciar con George Bush Jr. diciéndole a Obama: “Yo soy tu padre”.
Aquel que en su primera campaña criticó vehementemente la tortura, las detenciones forzosas y las cárceles secretas, hoy, electo nuevamente presidente como un pez liberal, muere por su propia boca.
Obama comienza su segundo mandato con serios cuestionamientos respecto a sus estrategias de seguridad, en particular las relativas al uso de drones, esos aviones no tripulados capaces de realizar operaciones antiterroristas sin mancillar al personal del ejército.
Y es que en el último año se han incrementado los ataques teledirigidos en territorios como Yemen, Somalia y Pakistán. Se estima que sólo en Pakistán los fieles y letales robots le han costado la vida a más de tres mil personas, la gran mayoría daños colaterales de la caza de supuestos líderes y militantes de Al Qaeda y otros grupos terroristas musulmanes.
La idea es exterminarlos antes de que logren concretar algún ataque. En palabras más duras: se trata de realizar asesinatos selectivos.
Se sabe que en su primer mandato en la Casa Blanca, Obama aprobó al menos 268 ataques con drones, cinco veces más que en los ocho años de Bush, según informa Christopher Griffin en un reportaje publicado por Rolling Stone.
Así, Barack Obama comparte en esencia el carácter de “guerra preventiva” de su antecesor, realizando ejecuciones extrajudiciales incluyendo, en septiembre pasado, a un ciudadano norteamericano, Anwar Al Awlaki, un predicador yihadista supuestamente vinculado a Al Qaeda quien murió en Yemen.
Jo Becker y Scott Shane publicaron detalladamente en The New York Times cómo Obama autoriza en persona quiénes serán los blancos de las acciones de los drones, según narran, esto ocurre en unas reuniones del equipo antiterrorista de la Casa Blanca que se celebran semanalmente en la Sala de Crisis (Situation Room), se presenta al presidente la lista de los condenados a muerte (Kill List) que han sido localizados, y este después de revisar cada caso haciendo preguntas a sus colaboradores da luz verde o no a los operativos.
Incongruencias a flote, la imagen de Obama se desgasta a nivel internacional, sobre todo al proponer a su jefe antiterrorista, John Brennan, como director de la CIA.
Brennan, en su comparecencia ante el Senado justificó los operativos -con todo y sus listas de objetivos, sus víctimas colaterales y todas sus implicaciones éticas- al defender la “legalidad de las operaciones encubiertas” evitando el uso de la palabra “drone”.
Las reacciones no se han hecho esperar, la presidenta de la Comisión de Inteligencia del Senado, la demócrata Dianne Feinstein, anunció que promoverá una especie de tribunal como el que supervisa las autorizaciones para escuchas en territorio nacional, cuya función sería la de examinar la identidad de aquellos quienes está previsto eliminar con los ataques. El debate no se hará esperar: si la decisión del uso de drones pasa por tribunales “se pierde” efectividad pues las decisiones de Obama serían expuestas a intentos de filtración. La gran pregunta permanece en el aire: ¿dónde quedo el Obama en quien confiábamos?
Alonso Ronald Ortiz García
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