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viernes, 18 de febrero de 2011

Mundo en Convulsión y Cybermovilización.

Cuando los internacionalistas hablamos del tiempo que nos toca vivir siempre hacemos referencia al cambio del mundo a través de sus coyunturas: ¿cómo se transformó el mundo después de la caída del Muro de Berlín?, ¿cómo cambio la política exterior estadounidense después del 11 de septiembre?, etcétera.

Sin embargo, la variable que siempre intentamos comprender es el poder. A grosso modo podríamos decir que el poder en la actualidad está teniendo dos desplazamientos: por un lado, el poder se está trasladando de Occidente a Oriente, por el otro el poder se está moviendo de los gobiernos a los actores no estatales.

Es en este segundo desplazamiento donde queda evidenciado que los esfuerzos de los gobiernos ante los grandes problemas de la sociedad internacional ya no son suficientes.

En los últimos tres años han pasado eventos que refuerzan la anterior afirmación: la crisis económica de 2008 es la máxima expresión de la urgencia de modificar el sistema, sin embargo las potencias solo han atendido los efectos más inmediatos, postergando el debate necesario para generar una transformación sustantiva de la realidad económica internacional.

Otro ejemplo, la conferencia del cambio climático de Copenhague -celebrada en diciembre del 2009- relató la falta de consenso internacional respecto a la necesidad de fundar una estrategia común frente al calentamiento global.

Ante la incapacidad de los gobiernos, el individuo se convierte en un ciudadano del mundo: capaz de denunciar atrocidades, demandar soluciones y proponer alternativas. Capaz también de movilizarse.

En abril de 2010, WikiLeaks saltó a la fama con la difusión de un video que constata el asesinato de dos periodistas de Reuters muertos en Irak a manos de militares estadounidenses que abrieron fuego sin verificar la identidad de sus objetivos.

WikiLeaks ha revelado además que entre 2004 y 2009 murieron en Irak más de 150, 000 personas, 80% civiles. Son 391, 831 los documentos filtrados que narran las atrocidades cometidas por Estados Unidos alrededor del mundo.

La idea de Assange es sencilla: los ciudadanos deben de fiscalizar al gobierno y a las empresas; tienen derecho a filtrar y publicar información para debelar los malos pasos de quienes detentan el poder. Una nueva forma de periodismo nace donde la cybermovilización es el elemento clave.

De la mano de este fenómeno también observamos el de las primeras revoluciones organizadas desde las redes sociales.

A finales de 2010 y principios de 2011 las protestas en Túnez obligaron al presidente Zine El Abidine Ben Ali, quien gobernaba dese 1987, a abandonar su país el 14 de enero pasado, dejando a su primer ministro Mohammed Ghannouchi a cargo, quien fue depuesto por el parlamento tan solo un día después de asumir el poder.

El pretexto de la revuelta fue el alza en alimentos básicos, aunque la razón real del descontento es la corrupción del anquilosado gobierno y su régimen derechista opresor.

La llamada “Revolución de Jazmín” se ha regado en la sociedad civil de varios países a través de las redes sociales: en Egipto contra Hosni Mubarak (29 años gobernando, quien también fue depuesto), en Yemen contra Ali Abdulla Saleh (30 años en el poder) y, aunque con otro contexto, en Jordania.

El impacto del efecto dominó se desconoce hasta hoy, pero podría ser equivalente al de la caída del Muro de Berlín: podría llevar la democracia incluso a la totalidad del mundo islámico.

Así, convulsión y cybermovilización parecen hoy en día las variables determinantes de las relaciones internacionales. El mundo resiente cada vez más los efectos de la Sociedad de la Información ya que, como afirma Castells: “el poder tiene miedo de Internet”.

Publicado en: www.reporteroshoy.net el 16/02/11

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