El efecto dominó de “la Revolución de Jazmín,” el impacto de Assange y WikiLeaks- que ya le costó el puesto a un embajador estadounidense- y las propias movilizaciones de Javier Sicilia, nos hacen pensar en que el Internet se ha convertido en un medio determinante en la configuración de la Comunicación Política.
Al parecer las tecnologías de la información han revelado una nueva forma de participación social vía la organización a través de las redes sociales.
La discusión teórica en relación al impacto del Internet en la participación social se divide en tres posiciones: quienes sostienen que su impacto es fuerte (optimistas), quienes sostienen que su impacto es mínimo (pesimistas) y quienes sostienen que su impacto es acotado (realistas).
El primer grupo considera que el uso de las tecnologías causara una transformación en la manera de hacer política en las democracias, desde esta visión, la democracia electrónica eliminará el malestar ciudadano (Badillo, Marenghi, Trippi), las nuevas tecnologías harán expandible la democracia a lugares donde no accedía (Carou, Trippi, Sullivan) y pueden servir también para medir el rendimiento de los servidores públicos (Graber, White).
Por otra parte, los pesimistas, consideran que el uso de internet no ha transformado la política y que la distancia entre gobernantes y gobernados sigue siendo la misma (Bentivegna), desde esta perspectiva las nuevas tecnologías no cambiarán los objetivos tradicionales de la política (Mazzoleni), ni serán capaces de generar revoluciones ni mantenerlas (Morozov).
En la tercera visión se argumenta que las nuevas tecnologías no van a ocasionar que las prácticas de democracia participativa se cumplan pero aceptan que si han promovido una mayor cercanía en el sector público interesado en la política (Dader) y que, a largo plazo, pueden generar un cambio en las relaciones políticas cuando exista un amplio sector de la sociedad que les de uso (Sánchez).
Desde la visión realista, el éxito o no de la relación entre tecnologías de la información y participación social depende del propio interés en el uso de las redes como instrumento de movilización.
El impacto de las redes sociales sobre la movilización dependerá del interés que puedan tener los usuarios en cuestiones públicas, y de las posibilidades de acceso a la información política, esto puede excluir a la gran mayoría, aquellos que no tienen interés en comprender las oportunidades de las tecnologías.
Existe otro elemento adicional igual de complejo de evaluar, que es el papel de la opinión de los usuarios interesados y con información en su círculo personal (familia, escuelas, amigos) que podría implicar que a pesar de ser una minoría su impacto se intensifique en al momento de convocar.
Otra posición extrema podría ser el originar un cibermalestar donde ante el exceso de información el ciudadano saturado decida abstenerse de participar o, por el contrario, que hagan que sean incapaces de escuchar opiniones distintas a las suyas constituyendo grupos polarizados.
El debate aquí no está terminado y su continuación dependerá de del análisis de procesos de corroboración empírica: la propia evaluación de casos particulares arrojará luz sobre el papel de las nuevas tecnologías en la participación ciudadana.
Alonso Ronald Ortiz García
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