El
escritor egipcio Naguib Mahfouz supo sintetizar a través de sus obras el sentir
colectivo de Medio Oriente que ha madurado poco a poco desde la década de los
cincuentas:
“La sociedad con que soñamos no
estaría exenta de mal, una sociedad carente de defectos que la impulsen a
mejorar sería infructuosa, pero habría erradicado males que en la situación
presente vemos como golpes del destino”.
Sesenta
años después el pensamiento germinó en acción, primero en octubre de 2010 con
las revueltas en el Sahara Occidental y después en Túnez y Egipto ya a
principios del 2011.
Los
protagonistas de la Primavera Árabe han sido jóvenes. Mohamed Bouazizi,
vendedor de verduras tunecino, tenía 26 años cuando decide inmolarse frente al
palacio de gobierno de Sidi Bouzid en diciembre de 2010. Después de esta
acción, miles de estudiantes salieron a las calles de Túnez a protestar hasta
derrocar al gobierno de Ben Ali.
La
llamada “Revolución de Jazmín” se regó por la región: en Egipto contra Hosni
Mubarak (29 años gobernando, quien también fue depuesto), en Yemen contra Ali
Abdulla Saleh (30 años en el poder) y, aunque con otros contextos, en Jordania
y en más de una veintena de países.
En
general, la violencia sigue golpeando a la sociedad civil donde los intentos de
reformas que aceleren los procesos democráticos han dejado mucho que desear.
Una breve revisión con datos de Amnistía Internacional servirá para comprender
el estado que guardan algunas de las naciones rebeldes.
1.
TÚNEZ.- Amnistía Internacional destaca
la lentitud para generar reformas constitucionales y ampliar la cobertura de
los derechos humanos. "Hay instituciones del Estado que durante mucho
tiempo propiciaron o cometieron violaciones de derechos humanos y que todavía
están a la espera de ser reformadas de tal modo que se garantice que los abusos
del pasado se investigan adecuadamente y que se proporcionan salvaguardias
efectivas contra su repetición", señala Donatella Rovera, asesora general
de Amnistía Internacional.
2.
EGIPTO.- Amnistía Internacional denuncia que el nuevo gobierno militar
instaurado tras el derrocamiento de Mubarak ha faltado a su promesa de
satisfacer las demandas de la ‘Revolución del 25 de enero’, reaccionando con
violencia a las nuevas manifestaciones que piden la disolución del actual
régimen militar.
3.
LIBIA.- Sobresale la ineficiencia del gobierno en lograr condiciones para la paz,
a pesar de ello, el Consejo Nacional de Transición emitió una Declaración
Constitucional en la que se reconoce el derecho internacional humanitario, los
derechos humanos y el derecho a un juicio justo y a pedir asilo.
Así,
después de poco más de un año de iniciada la Primavera Árabe, los males que
vemos como golpes del destino en Medio Oriente persisten, aunque con algunos
matices. Es ahora el autor argelino Boualem Sansal quien da cuenta de ello a
través del envío de una hipotética carta a Mohamed Bouazizi, en junio del 2011
-reproducida en un artículo por Fouad Ajami, en la revista Foreign Affairs- que
dice lo siguiente:
“Querido hermano: Te escribo estas
líneas para dejarte saber que, en general, estamos bien, aunque esto cambia de
un día para otro: a veces el viento cambia, a veces llueve plomo, a veces la
vida sangra por cada poro… Pero centrémonos por un momento en la perspectiva de
largo plazo. ¿Acaso el que no sabe hacia dónde ir puede encontrar el camino?
¿Expulsar al dictador es el objetivo? Desde donde te encuentras, Mohamed, junto
a Dios, sabes que no todos los caminos llevan a Roma: derrocar a un tirano no conduce
a la libertad. A los prisioneros les gusta cambiar una cárcel por otra, para
cambiar de paisaje y para tener la oportunidad de ganar algo en el camino”
Para
muchos, la situación de Medio Oriente no es otra que la de ese prisionero
descrito por Sansal que pide cambiar de cárcel para obtener algunos beneficios
pero no su libertad. Aún no…